Justin Bieber ha anunciado en sus redes sociales la publicación esta noche de su nuevo single, ‘Anyone’, y también de su nuevo vídeo. En la portada del mismo aparece noqueado en un ring de boxeo, lo cual bien podría representar el tibio recibimiento de su disco de 2020, ‘Changes‘, del que se ha querido resarcir con una nueva era que inauguraba el tema ‘Holy’ y sucedía ‘lonely’ con Benny Blanco. Recientemente, también le hemos oído en ‘Monster’ con Shawn Mendes, un corte que tampoco ha conseguido un enorme impacto comercial. ‘Anyone’ llega el mismísimo 1 de enero para intentar cambiar esa tendencia, promocionándose en un evento patrocinado por una compañía de telefonía móvil llamado ‘New Year’s Eve Live With Justin Bieber’.
Kylie Minogue vive un segundo renacimiento desde el lanzamiento de ‘Golden’ y su nuevo disco, ‘DISCO‘, que se mantiene en el top 23 de los más exitosos de Reino Unido tras su lanzamiento a principios de noviembre, está volviendo a ser un éxito que la australiana no va a dejar de exprimir lo máximo posible.
El próximo single de ‘DISCO’ será ‘Real Groove’, como era de esperar pues es el tema que se decidía potenciar en las playlists el mismo día del lanzamiento del álbum; su portada oficial ya se conoce; y fuentes de ATRL, UKMix y Popjustice informan de que un remix del tema está a punto de salir con la participación de Dua Lipa. «The Studio 2054 Remix» sería el subtítulo de este single que Kylie ya dejó caer durante su paso por Studio 2054, el conciertazo por streaming que Dua Lipa ofrecía hace unas semanas, y que confirmaba que ‘Future Nostalgia’ ha sido el disco del año.
La fecha escogida para el rumoreado lanzamiento del remix de ‘Real Groove’, una de las mejores canciones de Kylie Minogue de entrada, sería el 31 de diciembre, es decir, Nochevieja. Dua seguiría así prodigándose por diferentes públicos y mercados después de triunfar con ‘ONE DAY’ con J Balvin y Bad Bunny, de colaborar con la francesa Angèle o el rapero DaBaby, o de sacar ella misma un disco de remixes con gente como Madonna, Gwen Stefani, Mr. Fingers o Masters of Work, comisariado por The Blessed Madonna.
Tras todo este periplo vital, Elverum ha decidido recuperar el nombre de The Microphones, ha forzado el sustrato confesional sobre el que basa su música hasta el paroxismo y ha parido su obra más ambiciosa. Y uno de los discos más singulares de los últimos años: ‘The Microphones in 2020’ es su autobiografía musicada. Pero, en vez de desgranar su vida en un formato convencional de unos diez temas, Phil ha tejido su discurso en una única canción de 44 minutos, donde narra su historia con Microphones, su relación con la música y sus sentimientos. La experiencia desborda lo musical; para captar plenamente esta obra, la manera óptima es seguirla a través del vídeo-álbum que él mismo creó y colgó en youtube; una sucesión de sus propias fotografías (más de 800) con la letra sobreimpresa, que van guiándonos por el camino de la canción, que dialogan con la música y con nosotros.
Musicalmente, ‘Microphones in 2020’ es muy honesto, aparentemente sencillo. No es una suite, no es una sinfonía, no es una pieza con varios movimientos. Es realmente una canción de 44 minutos. Sin abandonar las formas de cantautor folk, está articulada como un mantra, construida sobre el rasgueo de una guitarra acústica, que dibuja una línea melódica que apenas se abandona; una estructura cíclica que, cada tanto, sube y rompe en una especie de estribillo, donde se potencia una frase, una idea para, a continuación, retomar la salmodia. Su introducción musical dura más de siete minutos, siete minutos en que se suceden fotografías de paisajes sin mucho sentido y rostros borrosos. Hasta que llega un pequeño sobresalto y Elverum arranca a recitar/cantar, con una voz monótona en apariencia, pero en la que se palpa la emoción contenida. Y los rostros en las fotos se hacen nítidos. Y descubrimos a Phil en esas imágenes. Y empieza a explicar su situación actual: «El verdadero estado actual de todo es: insisto en no morirme, el sol insiste en salir». A continuación, canta qué le llevó a hacer la música que hacía, rememora sus sensaciones, las experiencias compartidas con amigos, las giras, el cambio de Microphones a Mount Eerie…
Otros rostros emergen (¿Geneviève?). El tempo sube, entre los 11 y los 15 minutos todo se intensifica, un sonido algo perturbador se cuela a los 22, cuando Elverum explica qué y quiénes le espolearon: «Fui a ver a Stereolab. Estuvieron tocando el mismo acorde durante quince minutos y algo en mí cambió». La música mimetiza sus esfuerzos de entonces, hay pequeñas pausas y cambios apenas perceptibles. Pero también hay saltos atrás, hacia la niñez que le construyó como artista, o flashbacks sobre su juventud, vestidos apenas con distorsión: «When you’re younger every single thing vibrates with significance» («cuando eres joven, cada cosa vibra con un sentido»). Hay un pequeño aparte, con la guitarra apenas, en que cambia la melodía. Un momento de ruptura, de serenidad, unos minutos que rompen con la tónica, ahondan en un mar de aguas tranquilas. Hasta que en el minuto 29, retorna al mantra que ya no abandonará.
‘The Microphones in 2020’ es un disco exigente. Rehuye la escucha casual y requiere toda la atención. Es un esfuerzo más próximo a la experiencia literaria que a la musical. Y, aun así su melodía (sus inflexiones), se quedan en tu cabeza, te asaltan en cualquier momento. Es un viaje fascinante en que Phil trata de encerrar sus recuerdos para que no se le escapen. También es una reflexión sobre el arte, sobre qué le empuja a la creación. Pero, sobre todo, este disco/canción/experiencia habla del tiempo; el tiempo, que no se para, que todo lo cambia. Por eso ese título, tan aparentemente trivial, ‘Microphones in 2020’. Porque este es el reflejo de quién era Phil Elverum cuando lo grabó con 41 años. Sin embargo, ese «yo» ya era otro cuando lo editó. Y también será otro cuando nosotros hayamos finalizado el trayecto. «I will never stop singing this song. It will last forever», canta, antes de rematar con un: «De todos modos, todas las canciones que he escrito van de lo mismo, básicamente».
Como hemos comentado, Aitana no ha hecho el disco más vendido de la semana a nivel copias físicas, pero desde luego sí ha hecho el más escuchado en las plataformas de streaming y es capaz de colocar todo su disco en el top 100 de singles español.
Así, ‘Cuando te fuiste’ con Natalia Lacunza entra en el número 30; ‘- (Menos)’ con Álvaro Díaz y POLE. en el 33, ‘Estupidez’ con Beret en el 51, ‘No te has ido y ya te extraño’ en el 55, ‘x (Por)’ en el 71, ‘÷ (Dividido)’ en el 84, ‘= (Igual)’ en el 86 y ‘Si no vas a volver’ en el 92. Por otro lado, el single que da título al disco sube del 45 al 15, ‘Corazón sin vida’ con Sebastián Yatra sube del 42 al 20 y ‘+ (Más)’ con Cali y El Dandee se mantiene en el 43.
En realidad, la entrada más fuerte de la lista la firman Myke Towers y Juhn con ‘Bandido’, que se coloca en el puesto 28, aunque es ‘Bebé’ de Camilo y El Alfa el tema que más ha subido en escuchas, pasando del 26 directamente al 9.
El resto de entradas en lista las firman Pablo Alborán con ‘La fiesta’, en el 73 (el malagueño es número 1 en la lista de álbumes); y Daddy Yankee y Marc Anthony con ‘De vuelta pa’ la vuelta’, en el 96.
Anne Lukin: «Quiero ser fiel a mi estilo, sin guiarme por visualizaciones o números»
Anne Lukin, una de las concursantes de Operación Triunfo que más ha terminado dando que hablar, está haciendo de la calma una de sus señas de identidad. ‘Lento‘ ha sido un punto de inflexión en su carrera, y recientemente ha publicado un single llamado ‘En el chino de la esquina’ más orientado hacia el pop, en cuyo vídeo rinde homenaje a los años 80. Lo que aquí encontramos es la unión de dos conversaciones, una mantenida después de ‘Lento’ y otra después de su último sencillo; una en persona, y otra telefónica. En ambas nos habla sobre su trabajo con Ricky Falkner y Martí Perarnau IV, presentes en el álbum que saldrá en las primeras semanas de 2021.
¿Qué significado tiene ‘Lento’ para ti? No sé si más bien es un tercer single después de ‘Volver a mí’ o el principio de una etapa… Una declaración de intenciones de lo que va a ser mi disco, y de lo que quiero que sea mi música. Me quedan muchos años para experimentar, porque no tengo ni idea, pero significa mucho para mí porque es muy yo y a mí no me sale otra cosa al escribir que hablar de lo que me está pasando. Esa canción es lo que estaba viviendo en la cuarentena. ‘Volver a mí’ es el principio de querer ir hacia algo, pero obviamente me queda mucho por recorrer. No he llegado a mi destino.
¿Qué estilos podremos encontrar en tu disco? Voy a tocar diferentes palos, no me atrevo a encasillarme en un camino, va a haber diferentes estilos: un bolero, temas un poco más electrónicos, un poco más folkies o festivaleros… Es una mezcla extraña, me apetecía experimentar. Va a ser mi primer proyecto pero a lo largo de mi carrera supongo que evolucionaré más.
‘Lento’ me recuerda un poco a cuando Amaia sacó ‘Un nuevo lugar’, una canción corta, de estructura atípica, que terminó fuera del disco, como de transición. Pero tú tienes claro que esta sí estará en el disco… Quería que fuera diferente, que fuera rara. Estoy contenta de haberme podido juntar con Ricky (Falkner) y que le diera justo la sonoridad que quería. Quería que no tuviera percusión, que tuviera un toque oscuro con los sintetizadores, que fuera como un viaje que se hiciera cada vez más profundo. Puede parecer un poco arriesgado, no es algo de transición, es algo por lo que yo apuesto y sí va a estar dentro del disco.
¿Cómo fue el proceso compositivo? La trabajamos juntos, le mandé una maqueta y luego fuimos a la Casamurada a grabar. Es un estudio gigante y en el suelo se ve el pozo. La torre tiene mil años, y luego se fue construyendo una casa. Para mí fue una experiencia, porque nunca había estado en un estudio de grabación. ‘Volver a mí’ la tuve que grabar a distancia, por la pandemia. Y esto fue diferente: todo el día hablar de música, conocernos, descubrirnos… Fue un proceso de descubrirnos, ellos a mí y yo a ellos. Ricky y yo somos muy parecidos. Martí (Perarnau IV) nos decía que parecíamos hermanos. Somos muy parecidos en gustos, coros… Nos poníamos a hacer armonías y las hacíamos a la vez. Tanto Martí como Ricky entendieron lo que quería.
¿Qué gustos teníais en común? Sobre todo de los 80, ponía su playlist y me sabía todas las canciones. Le encanta ‘Dancing Queen’ de Abba (risas), no me esperaba que fuera de sus canciones favoritas y también es la mía.
Se dice a veces que escribiste en la Academia el disco, pero eso no es del todo cierto… En la Academia compuse 3 o 4 canciones, pero la mayoría lo hice en la cuarentena. Aproveché para eso. He ido componiendo y eligiendo.
¿Cuál es tu proceso de composición normalmente? A veces con el ukelele, me pongo música y con el teclado… No he seguido una metodología. Compongo cuando tengo la necesidad de contar algo, es un proceso ligero y rápido. En una mañana me sale la canción. Con los años supongo que cambiará porque hasta después del programa no componía, no me había propuesto que fuera capaz.
Ahora que hemos escuchado un nuevo sencillo, ¿sí podemos afirmar que tu disco está terminado? Me falta una canción por grabar después de Navidad. No nos dio tiempo en los 10 días que estuvimos en la Casamurada, pero tenemos en mente lo que queremos hacer exactamente, y lo demás está terminado. Como queda un mes para el disco pues no habrá problema. Estoy súper contenta, ha quedado mejor de lo que esperaba.
Háblanos sobre tu nuevo sencillo. Es totalmente diferente a ‘Lento’. Cada canción en el disco es de una madre. Hay un estilo en común que se nota que es del mismo disco y del mismo productor, la misma voz… pero cada canción es diferente. Esta la grabé junto con ‘Lento’ en agosto y la escribí estando enamorada. Habla de las cosas del día a día. Quería hablar del enamoramiento de manera trivial y dando importancia a las cosas pequeñas que nos hacen felices a diario. Pasó mucho tiempo entre canción y videoclip, y mi forma de ver la canción cambió: eso quería reflejarlo también en el videoclip. En el vídeo hablo de varias cosas: me apetecía hablar sobre los medios que solo se centran en el morbo y no en lo que importa, que es la música.
«Quería recalcar la importancia del amor propio porque yo siempre he estado falta de ello»
Y ahí es donde aparece Ruth Lorenzo… ¡La suerte que tuvimos de poder contar con ella! Se le da bien actuar y es muy graciosa. Me apetecía reírme de mí misma, parodiar el enamoramiento. Y para terminar, después de todo lo que ha pasado este año he aprendido que para querer a otra persona hay que amarse a uno mismo. Quería recalcar la importancia del amor propio porque yo siempre he estado falta de ello. Y con eso termina la canción.
El vídeo es muy años 80, pero el ritmo de la canción me ha llevado más bien a los 60… De hecho lo comentábamos Ricky (Falker) y yo, que queríamos rollo Beach Boys y para grabar las percusiones lo tuvimos muy en cuenta.
En el disco hay una colaboración con Zahara, ¿verdad? Me hace tanta ilusión… porque la seguía, es un referente musical, me encanta como persona y como música. Es tan especial, me sorprendió tanto como persona… Fui a su casa a componer, antes me dijo: «escribe lo primero que te pase por la cabeza, no lo mires, vienes y lo leemos juntas». Y me dijo: «¡esto me está pasando a mí!». Ella con más años, pero nos estaba pasando a las dos lo mismo. Por eso salió una canción tan de verdad y surgió naturalmente.
¿Es una canción triste o de las divertidas? Porque ella tiene las dos facetas… No es triste, es de amor pero de autodescubrirte a ti misma: tiene un toque irónico, divertido. Me gusta mucho, la verdad.
Y luego en el disco hay más colaboraciones: ¿son co-autorías o más bien voces? Hay co-autorías y también voces, pero quiero que sea sorpresa.
«Al hacer colaboraciones, lo único que quiero es nutrirme y aprender. No lo hago por visualizaciones»
¿Pero nombres grandes o chiquititos? No es lo mismo un Ricky Falkner, que tus padres no sabrán quién es, que alguien muy famoso… Al hacer colaboraciones, lo único que quiero es nutrirme y aprender. No lo hago por visualizaciones o que se escuche más. Estoy buscando personas afines a mí y a mi música. Que las dos personas estemos implicadas. Alguien con quien tenga conexión.
¿Has tenido ofertas de sellos grandes? Antes, todos los concursantes de OT iban directamente a Universal. Este año era diferente, se ha cambiado el método. Recibíamos las diferentes ofertas de gente a la que realmente le interesábamos. Me decidí con el corazón frente a las diferentes ofertas. Podría haber elegido otra con más músculo pero me decanté por un proceso de aprendizaje, por no tener prisa y por primar mi identidad. Quería ser yo sin tener en cuenta nada más.
«Me decanté por un proceso de aprendizaje, por no tener prisa y por primar mi identidad»
¿Dónde crees que reside tu identidad respecto a la de otros cantantes? En que lo que canto es verdad, no me sale hacerlo de otra manera. No puedo componer sin implicarme a tope, sin enseñar un trocito de mí. Quiero ser fiel a mi estilo, sin guiarme por visualizaciones, números o lo prestablecido. Quiero seguir mi camino sin prisa porque hoy en día hay mucha prisa. Quiero ir lento, tengo mucho que aprender. Poco a poco, no quiero que sea un boom y que no me dé tiempo a asimilarlo.
Me recuerda tu discurso a Adele, que saca disco cada 200 años, y eres fan. Igual hay algo inconsciente que me ha influido, no sé. Estoy deseando que saque más música, me sé todas las canciones de Adele. Soy muy de épocas, me da por un cantante o grupo y lo escucho a todas horas.
¿Y qué más te ha dado por oír, aparte de Adele? Soy friqui fan de la música de los 80. Me dio por Zahara, La Casa Azul, Elton John, Queen… Tengo referencias que no son los típicas, pero a la hora de escribir no tengo por qué seguir ese patrón. Me nutro e igual alguna cosilla de cada campo la adapto.
«Soy bastante viejoven en eso: las redes no las uso casi nada»
He mirado a quién sigues en IG, pero me ha dado la sensación de que no eres fan de nadie, de que sigues a gente que conoces. Soy bastante viejoven en eso, las redes no las uso casi nada, sigo a gente que conozco. Nunca he sido friqui fan de seguir a tope en redes, siempre estoy un poco bastante out.
¿De qué va el disco? Habla de temas mundanos, corrientes… a veces se ve mal hablar de temas corrientes. Parece que tiene que ser profundo. Me gusta hablar de cosas del día a día, como haber discutido con tu madre, con que la gente se puede identificar.
Lo más oído de Spotify no es muy profundo… ¿a qué te refieres? Más que nada me refiero a la forma de escribir. Mis letras pueden parecer un poco simples, sin mucha floritura. Me sale hablar directa y sin grandes espejismos, pero bueno, que todas las formas son válidas…
«Me parece ridícula la comparación entre artistas»
¿Te han servido las críticas que han recibido otros artistas? Por ejemplo, por esto que dices, las críticas que ha recibido el disco de Amaia por ser muy naíf. ¿Te ha podido influir? ¿Toda esta guerra de streamings de los fans de Alfred, Aitana…? Me parece ridícula la comparación entre artistas. La forma de dirigir tu carrera es única para cada artista. La verdad es que no me han influido las críticas. Éramos conscientes de la exposición que podíamos tener, de lo altas que podían ser las críticas y lo que podían llegar a afectar. Sales y todo el mundo opina de lo que has hecho. Es difícil de asimilar y sobrellevar. Pero al final dejarse llevar por las críticas o el miedo a qué dirán es un error. Era lo que querías hacer. Y críticas constructivas, sí.
«Dejarse llevar por las críticas o el miedo a qué dirán es un error»
Tampoco me refería a hacer tu carrera en base a las críticas, pero algo se aprenderá de ver a Aitana diciendo que no le gusta ‘Lo malo’ y luego seguir por ese camino… Mantener la coherencia sí, y si digo algo, hacerlo. Igual veo algo en la industria musical que no te gusta y dices: «esto no lo voy a hacer». Pero no te sé decir ejemplos concretos.
Qué cantidad de cantantes en Pamplona… Siempre nos preguntan: «¿qué os dan de comer?». Pamplona y Navarra tienen una gran cultura musical. Desde pequeña he mamado otro tipo de música e igual es por eso. Sí que es verdad que están saliendo muchos artistas del norte.
¿A nivel local, algún sitio favorito de conciertos? El Teatro Gayarre, de pequeña actuaba ahí cuando hacía ballet o algún teatro.
¿Y bares de música underground? ¿Cuál era este bar donde actúan más tipo Melenas? ¿Indara? ¿Central? (NdE: una persona de su equipo me dice que estoy preguntando más bien por locales de treintañeros).
¿Hasta dónde llegaste en Comunicación Audiovisual? Estuve 4 meses. No me dio tiempo a hacer mucho. No hice ni los primeros exámenes porque me presenté al cásting. Los primeros meses siempre se dice que es un poco mierda, y sí, tenía Economía, Estadística… Pensaba «yo no he venido a esto».
O sea que no volverás. De momento no, pero no lo descarto porque me encanta, no es excluyente con la música. El audiovisual me encanta.
«Elegir tu futuro sin saber quién eres me parece absurdo»
Supongo que cuando das un salto a la fama, a los 18 y 19 años, es un sinsentido y una pereza volver a estudiar una carrera. Y aunque no me hubiera pasado nada. Nos hacen decidir nuestro futuro cuando no te conoces. ¿Sabes cuántos amigos se han metido en una carrera por descarte porque no sabían que hacer? Elegir tu futuro sin saber quién eres me parece absurdo. Y yo menos. Pero ahora meterte en una carrera… Tengo 19 años y quiero seguir aprendiendo.
La verdad que la Facultad de Comunicación de Navarra es muy conocida… Pero yo estudié en la UPV de Bilbao porque quería hacerla en euskera, por eso me fui a Bilbo. Es que si te digo el resumen de mi año: me mudo a Bilbao, gente nueva, vida nueva… Entro en el cásting, una locura. Y salgo: pandemia mundial. Se acaba al programa pero tengo promo, viajo, ahora esto. Es un subeybaja emocional total.
Es como «es mi año». «Ah, no, no es mi año»… (risas) Yo todavía no soy consciente de lo que me ha pasado. Sigo sin asimilarlo, me queda mucha tralla emocional. El otro día estaba en la cama y pensaba: «¡qué fuerte que me cogieran en el cásting!». Considero que me queda mucho hasta estabilizarme emocionalmente, pero bueno… estoy bien.
¿Qué nos puedes contar del rodaje del vídeo de ‘Lento’? Era un plano secuencia al atardecer, por lo que oportunidades teníamos las justas antes de que se fuera la luz. Ensayamos el movimiento de cámara y la boca tenía que coincidir con la letra. Como es a cámara lenta teníamos que reproducir la canción al doble de tiempo para que cuadrara. Tenía miedo de que no coincidiese la boca o los dedos del ukelele. Estaba cagada con que no casase. Hicimos 9 tomas o así, 9 planos secuencia y luego hicimos la criba. Me lo pasé muy bien, para mí es una fantasía.
¿’Salté’ con Manu Guix nunca ha estado dentro del disco? No, ni ‘Salté’ ni ‘Volver a mí’: son de la etapa OT. El disco será un poco mi música. ‘Salté’ fue la primera canción que compuse, no sabía ni lo que estaba haciendo. No tiene estructura, es rara, pero lo tengo cariño. Hay cosas que considero que no tengo ni idea, pero otras que tengo muy claras…
¿Escuchas discos enteros? Muy pocas veces he escuchado un disco entero con el mismo nivel de implicación. Cuando un artista me gusta mucho. Pero muy pocas veces lo hago. Igual porque soy joven…
Pero luego quieres que la gente oiga el tuyo… Sí, un poco de hipocresía, ¿no? (risas) Me gusta la unión, el concepto, la historia… pero yo tengo una playlist con cosas rarísimas y de todo tipo y de normal no suelo escuchar discos enteros.
José Cadahía, un clave de la escena indie española de la década pasada, murió este mes de diciembre en su apartamento del barrio del Eixample, en Barcelona, a los 49 años de edad. El Periódico informa de que la muerte de Cadahía se produjo en realidad el pasado 10 de diciembre, sin que haya trascendido la causa.
Como recuerda el periodista Nando Cruz en su obituario para el mencionado medio, Cadahía pasó de ser un joven asiduo de la noche indie barcelonesa a abrir su primer negocio en la Plaça del Sol del barrio de Gràcia, el Mond Bar, y después el Mond Club en la extinta Sala Cibeles. Más adelante compró la sala Zeleste para reconvertirla en Razzmatazz, una de las macro-discotecas y salas de conciertos más importantes de Barcelona aún a día de hoy, 20 años después de su apertura. Cadahía, que rebautizó la sala con el título de una de sus canciones favoritas de Pulp, compartía la propiedad de dicho espacio con su amigo de la infancia, Daniel Fadiella, quien es su propietario actual.
Más turbulenta fue la relación de Cadahía con el negocio de los festivales de música de nuestro país. Seducido por la idea de que España debía ser el centro de los festivales de música, Cadahía adquirió la licencia de Creamfields en 2004, en 2006 fundó Summercase y en 2008, el año de la crisis económica, llegó a organizar hasta nueve festivales, conociendo un descalabro económico que por poco termina con Razzmatazz, motivo por el cual esta pasó a manos de Fadiella. Cadahía terminó en la ruina y huyó a San Paulo, Brasil, donde vivió varios años antes de aterrizar en Florencia, Madrid y Barcelona, donde vivió sus últimos días.
Tras afianzarse con discos como ‘Cerulean Salt‘, ‘Ivy Tripp‘ y ‘Out in the Storm’ como una renovadora del indie rock noventero con marcado carácter femenino y ruidoso –en la escuela de Liz Phair, Kristin Hersh, Madder Rose…–, Katie Crutchfield tuvo claro que tenía que dar un giro en su vida y su carrera. Y ese giro comenzaba por superar su adicción al alcohol, que logró de manera completamente autónoma, a base de compromiso, fuerza de voluntad y dejarse ayudar por sus seres queridos (también por su pareja, que no es otro que Kevin Morby). Curiosamente, su autoimpuesta rehabilitación comenzó durante su presencia en Barcelona para actuar en el Primavera Sound 2018, como ha explicado. De hecho ‘Oxbow’, el tema que abre su nuevo disco bajo su alias Waxahatchee, ‘Saint Cloud’, habla de forma explícita de ese momento. «Barna in white / Married the night», comienza diciendo en el tema más oscuro y sinuoso en cuanto a producción de este trabajo. ‘Saint Cloud’ es nada más y nada menos que un disco atemporal y bonito, con un trasfondo emotivo y una completa y rica colección canciones que llevan a Waxahatchee a situarse al frente entre los artistas de su generación y escena.
El clásico disco post-ruptura se está quedando anticuado. Lorde lo dejó bien noqueado con ‘Melodrama‘, de alguna manera riéndose del concepto en su mismo título, y convirtiéndolo en un excitante viaje de superación personal más que en una recreación de despecho. ‘Inner Song’, el segundo álbum de la productora de electrónica de Gales Kelly Lee Owens, a la que hasta ahora conocíamos sobre todo por su buen debut -donde cupo una canción tan sobresaliente como ‘Lucid’- y por una lustrosa colaboración con el gran Jon Hopkins, es algo parecido. Grabado durante tan sólo un mes, recoge tres años de dolor en la vida personal de la artista y ni en la improbable versión irreconocible de Radiohead, ni a su término cuando cierra la secuencia un tema lleno de esperanza como ‘Wake-Up’ (“nunca detenerte para asimilarlo / siempre evitar tu sensación de pavor”), tenemos la certeza de estar ante un álbum post-ruptura, sino ante algo más complejo y espiritual.
Retando a su discográfica, sacando estas canciones más o menos cuando y como le ha dado la gana, y construyendo un discurso propio sin la ayuda de 20 manos, Troye Sivan sube al fin un gran peldaño, más cerca del prestigio de algunos de sus ídolos. Sucumbimos ante ‘Take Yourself Home’, una composición que empieza sonando chill, ambiental y sintética como un temazo de los viejos Washed Out, entre coros de reminiscencias playeras y una timidísima línea de guitarra a cargo de Görres, solo para al final ofrecer un quiebro en lo que el propio Troye ha llamado una «outro de corte housey». El house es una referencia también cuando menos te lo esperas en ‘Stud’, que tras comenzar como una «torch song» a piano influida por James Blake, revienta como una producción que podría haber pertenecido a la Róisín Murphy de ‘Overpowered’ y los singles que sucedieron a aquel álbum. Un gran EP en el que caben canciones tan importantes en su significado como ‘Stud’.
‘Supercrepus II’ muestra a un artista libre, que madura con inteligencia y sin solemnidad, con humor pero atento al mundo que le rodea. A destacar su digna faceta de baladista. Como picado porque ‘Rosas en el mar’ no la escribió él sino su colega Aaron Rux, cierra la cara D de la edición vinilo con ‘El imperio de la realidad’ y la B con ‘Luna estúpida’, una composición que alterna acústicas y eléctricas al modo de The Sundays, y que incluye un piano que hasta nos lleva a los tiempos de La Buena Vida. Nunca habríamos esperado escribir estos nombres en una crítica de Crepus, ni mucho menos bailar con él, y hasta morir, un ska.
‘We Will Always Love You’ es un álbum sobre el más allá del amor, pues se centra en la historia entre Ann Druyan y Carl Sagan, comunicadores de ciencia cuyos escritos y programas de televisión nos revelaron secretos de la astronomía y la astrofísica y además llevaron su romance y varias pruebas de nuestra cultura al espacio exterior, gracias al «Voyager Interstellar Message Project» en el que participaron. Ann Druyan iba a colaborar en el disco, al final no fue posible, pero sí consintió aparecer en la portada del álbum. Un disco en el que han despuntado tantísimos singles como ‘Running Red Lights’ con Rivers Cuomo y Pink Siifu, el estupendo ‘Wherever You Go‘ o la disco ‘Music Makes Me High’. Pero es que además esta apasionante amalgama de hip hop, ambient o easy listening esconde aún más gemas perdidas como ‘We Go On’, o esa maravilla en la que han juntado a MGMT con Johnny Marr y Burt Bacharach, ‘The Perfect Chord’. Un planteamiento enriquecedor y original que suma y sigue para los autores del mítico ‘Since I Left You’.
La versión crepuscular de Dylan se envuelve sobre todo de cierta calma placentera, como la que dice sentir observando el Pacífico desde su casa en Malibú. La apacible y sentida ‘Mother of Muses’ conecta la ‘Odisea’ de Homero –uno de sus libros de cabecera, como confesó en su discurso para su Nobel de Literatura– consigo mismo, erigiéndose en trovador que canta loas a las gestas militares de su país que «permitieron que Presley cantara, que labraron el camino de Martin Luther King». Y más entrañables aún resultan los nueves minutos de ‘Key West (Philosopher Pirate)’, una oda a la mezcla de culturas que pervive en los cayos de Florida, separados de Cuba por un centenar de kilómetros de mar. Ahí, mecido por un delicioso acordeón y unos coros femeninos preciosos (que atribuimos a Fiona Apple, acreditada en el disco), Dylan tiene el respaldo perfecto para situarse en «el lado equivocado de la vía», junto a «Ginsberg, Corso y Kerouac», y pensar en «la inmortalidad» (hace tiempo que la modestia dejó de ir con él). En este caso, los casi diez minutos arropan y emocionan. Están más que justificados y habrían de ser el perfecto broche a un ‘Rough and Rowdy Ways’. En su crepúsculo, Dylan puede ser inofensivo y por momentos incluso aburrir, pero es inútil negar una clase inconmensurable en él, que le permite contemplar al resto de artistas desde las alturas.
‘græ’ no es un “disco conceptual”, aunque sí pivote sobre un par de ideas. Una es la soledad, la imposibilidad de unirse románticamente a alguien (tema que ya aparecía en ‘Aromanticism’). Otra es la lucha constante contra lo binario, los roles marcados, las restricciones de género: de ahí el “grae” -gris -del título. No en vano, la imponente imagen de Moses juega ya con los prejuicios. Esta dualidad se refleja en la separación del disco en dos partes. El ‘grae 1’ es el Moses más carnal. El ‘grae 2’ es el espiritual, al menos en sonido. Las temáticas se van repitiendo, aunque enfocadas de diferentes maneras. Al final, la suma es la lucha enconada de Moses Sumney por definirse desdefiniéndose a través de unas canciones formidables; canciones que llegan mucho más allá de las ideas que contienen y abren un increíble abanico de emociones. Quizás una pequeña poda hubiera hecho de él un disco perfecto. Pero pocos peros más se le pueden poner. Una absoluta delicia “bigger than life”.
El último par de años ha cambiado a Taylor Swift, el documental ‘Miss Americana‘ nos ha acercado a su persona (mucho mas insegura de lo que aparenta) como nunca han hecho sus canciones, y el lavado de cara de ‘Lover’ servía también para mostrar a un artista más madura que antes sobre todo en sus cortes menos mediáticos, como ‘Soon You’ll Get Better’ o ‘It’s Nice to Have a Friend’, que parecen haber guiado vagamente la dirección del nuevo álbum de la artista publicado este viernes por sorpresa. Compuesto en aislamiento durante la cuarentena, la cantautora de Nashville se ha adelantado a Ed Sheeran y ha publicado ese disco de «indie folk» no comercial que el inglés declaró hace tiempo se encontraba preparando, pero que el mundo sigue esperando, o al menos preguntándose si es capaz de hacerlo. Irónicamente, para una artista como Taylor Swift, tan apegada al aspecto comercial de su trabajo desde siempre, las circunstancias de un confinamiento han sacado lo mejor de sí misma en un ‘folklore’ que, aún haciéndose largo, es el mejor disco que Taylor podía haber publicado en este momento de su carrera.
De nuevo bajo la producción de Inflo, conocido sobre todo por su trabajo para Michael Kiwanuka, ‘Untitled (Rise)’ mantiene y mejora la apuesta de este misterioso colectivo, comenzando con canciones tan ambiciosas como ‘Strong’, un tema de cuerdas soul, flautas procedentes del folk más dulce de finales de los años 60 e incluso ritmos próximos a la samba brasileña. Algo parecido a lo que después encontramos en la contestataria ‘Street Fighter’. Es una canción en varias etapas ‘I Just Want to Dance’, con el ritmo disco-funk inicial pervirtiéndose tan pronto como en el minuto 1, y más tarde otra vez; y puro nervio de finales de los 70 lo que hallamos en ‘The Beginning & The End’. Juegan a favor de SAULT unos textos directos y diáfanos acreditados en general a Dean Josiah Cover y Cleopatra Nikolic que resultan cercanos y asumibles por cualquiera, repetidos hasta la saciedad en su reivindicación del movimiento Black Lives Matter. Un gran álbum más conciso, elaborado y con mejor «flow» que el anterior, que puede gustar a los seguidores de la Motown, los años 90 y últimamente Kendrick Lamar.
La mayor parte de ‘Patience’ sobrecoge por lo que Sondre ha dado en llamar «sinceridad radical», siendo más literal de lo que haya sido nunca antes en su carrera. Y confiesa, con cierto cinismo pero también con una madurez envidiable y una poesía en muchos momentos desarmante, los errores que le han hecho apartar de su lado a personas perfectas para él. Las infidelidades, los reproches, las contradicciones… quizá sean solo un reflejo de su incapacidad de amar como es debido, como si estuviera destinado inexorablemente a la soledad. Uno de los momentos más espeluznantes del disco es el verso final de ‘Are We Alone Now’, que bien podría entenderse como las dificultades de una pareja con hijos para conseguir algo de intimidad. Pero, como una bomba de relojería, canta «Es una bendición, ser traído a este mundo en soledad / amar a alguien / y morir solo». Y duele, porque es verdad.
Hay algo mágico en el nuevo disco de Maria Rodés, que incluso trasciende su concepto. La autora presentaba este proyecto en 2019, en principio ideado tan sólo para el directo, como una manera de desestigmatizar la palabra «bruja», para reivindicar a las mismas como algo positivo: mujeres simplemente libres que quieren ser ellas mismas en una sociedad patriarcal que las juzga por razones por las que un hombre nunca sería juzgado. Tomando el nombre del folclore judío, la primera mujer de Adán que abandona el paraíso porque no quiere someterse a él, ‘Lilith’ acoge canciones salpicadas de referencias mitológicas y lo hace con un fondo musical a veces teatral o cinético, pero siempre embriagador. Uno de esos discos disfrutables en cualquier momento, pero que a altas horas de la noche se crece, adquiriendo otra dimensión.
Hay mucha gente que no es fan de Sufjan Stevens y sí lo es de ‘Carrie & Lowell‘; gente que probablemente torcerá el gesto ante ‘The Ascension’: no hay folk, no hay delicadeza acústica ni confesiones. Aquí la electrónica domina todo. El disco con el que se más puede relacionar es ‘The Age of ADZ’, aun con matices. ‘The Ascension’ es menos barroco, más contenido y, como conjunto, resulta mucho más regular… aunque en el cómputo de canciones absolutamente-memorables está por debajo de ‘The Age of ADZ’ (no busquen equivalentes a ‘Vesuvius’ o ‘Impossible Soul’). Sufjan también ha recuperado, de manera bastante modesta, su inclinación hacia los quiebros en las canciones; ese punto en que rompe la estructura inicial del tema para convertirlo en otra cosa, característica que en ‘Carrie & Lowell’, entregado a estructuras cerradas, se había perdido. En el apartado lírico, las letras también suponen un regreso a las metáforas, a las referencias religiosas, históricas y populares. En ellas Sufjan trata de reflejar su visión sobre la deriva del mundo actual, con mucha crítica política y social camuflada entre versos crípticos.
‘Suddenly’, que debe su título a la rapidez con que pueden cambiar las cosas en la vida, es otro disco igualmente adorable del autor de ‘Our Love’, que se ha enriquecido con las experiencias de Dan Snaith durante todo este tiempo: un divorcio en la familia, la muerte de nuevo acechando a algunos de sus miembros, el nacimiento de una de sus hijas en la parte trasera de un coche, el Brexit, lo tóxico que es Reino Unido como lugar de residencia… Sobre todo despuntan dos temas: la muerte y algo que podríamos considerar «feminismo», o la importancia de la figura femenina en la vida del artista y en la sociedad. Con estas descripciones, podríamos estar hablando de un disco turbulento de cantautor tipo Nick Cave, pero Caribou no ha dejado de ser un productor de electrónica, y además uno absolutamente genial, que además al mismo tiempo y aunque resulte contradictorio, cada vez se muestra más seducido por la canción pop.
Por suerte ‘Heartless’ no era indicativa como primer single de lo que encontramos en ‘After Hours’, pues es exactamente lo que Abel Tesfaye ha dicho: un resquicio de su lanzamiento anterior. Pero este álbum abre nuevos caminos para el artista desde que ‘Too Late’ juega con el post-dubstep y el UK garage, y ‘Hardest to Love’ lo hace con el drum&bass, esta con una melodía totalmente edulcorada para bien, en tanto que el azúcar no era nada común en este género. Asimismo, la vena ochentera de ‘Starboy’ y ‘I Feel It Coming’ se asienta por la vía inesperada. ‘In Your Eyes’ incorpora y se recrea en un saxo que ayuda a ahogar nuestras penas y ‘Save Your Tears’ va más lejos aún en su aproximación italo, como rescatada del repertorio de Ricchi e Poveri. Algo que no habría sorprendido tanto si recordamos que The Weeknd llevó a la tele recientemente no su número 1 mundial ‘Blinding Lights’ (una de las mejores canciones de 2019 aunque muchos no quisieran verlo) sino un tema de este disco llamado ‘Scared to Live’ que recuerda a ‘One More Try’ de George Michael y al clásico ‘A Whiter Shade of Pale’ y que contiene elementos de ‘Your Song’ de Elton John. Tesfaye no tiene miedo a lo kitsch y ha querido desmarcarse de la moda imperante: en ‘After Hours’ no hay reggaetón, ni salsa, ni dembow, ni featuring alguno de la estrella de moda ni tampoco del rapero que lo será en los próximos meses cuando TikTok le descubra.
‘how i’m feeling now’ no ofrece grandes novedades respecto a los últimos pasos de Charli XCX. Estaría bueno, en una grabación de pocas semanas y para un disco improvisado en confinamiento. Lo que escuchamos aquí sigue siendo fiel al sonido PC Music, y de hecho A. G. Cook es el productor de más o menos la mitad del álbum, sumando las clásicas melodías de Charli XCX, más propias del synth-pop, el R&B o las girl-bands. Los estribillos son dulces y color chicle, pues además gran parte de las letras están dedicadas a su novio Huck Kwong, con el que está conviviendo como se ha visto en el vídeo de ‘claws’, pero los graves siguen siendo deliberadamente molestos, haciendo ruido. Solo ella podía hacer sonar frases como «estoy tan aburrida», «me he levantado tarde, como cereales», «intento lo mejor que puedo estar en forma», «me pierdo en un programa de la tele» y «mis amigos son invisibles, los echo de menos todo el rato» como una verdadera fiesta.
Con la salvedad de esos interludios orquestales en los que parece que en cualquier momento va a aparecer Pygar para llevarse a Gaga Barbarella en volandas, los referentes estéticos de este álbum son el house y el techno de finales de los 80 y principios de los 90, paleta que no había sido exprimida en los números más populares de la discografía de la cantante, más bien orientada al electropop. Es importante recalcar que no estamos hablando de Disclosure, Hot Chip, Róisín Murphy, Hercules & Love Affair, Bicep, The Juan Maclean ni The Factory Floor, es decir, la gente que ha depositado sus esfuerzos en renovar estos patrones estéticos en nuestro siglo, sino más bien de «one hit wonders» olvidados del siglo pasado. De alguna manera, el éxito de este álbum supone un poquito de justicia poética para The Communards, que fueron relegados de todas las listas de lo mejor de los 80; para Gala, que fue relegada de todas las listas de lo mejor de los 90; incluso para Infernal, que fueron relegados de todas las listas de lo mejor de los 2000; y un consuelo para todos los que nos quedamos planchados viendo cómo Kate Ryan ni siquiera llegaba a la final de Eurovisión después de hacer un pedazo de show. Seguro que todo este dolor en la historia del pop no tuvo lugar en el mundo paralelo de Chromatica.
Bad Bunny ha publicado hasta 3 discos a lo largo de este año de pandemia: con todo lo que gustan, divierten, se pegan muchas de sus nuevas canciones, lo mejor del éxito de ‘YHLQMDLG’ es la supervivencia del álbum en la llegada de la nueva década de los 20. Hace unos años parecía que el formato estaba en el lecho de muerte, con varios artistas de música urbana hablando de él con cierto desprecio, y sin duda ‘Vibras’, ‘X100 Pre’, ‘Oasis’ y en España ‘Ídolo’ y muy obviamente ‘El mal querer’ lo han resucitado. Bad Bunny sabe perfectamente cómo sacarle partido, cómo conseguir que el todo sea más que la suma de las partes. Algunas canciones contienen un guiño a la que se ha situado justo antes en la secuencia («soltera» es una palabra clave en ‘Yo perreo sola’ y luego en ‘Bichiyal’, por ejemplo), ‘YHLQMDLG’ es una frase recurrente para el artista y sus invitados y el desenlace no podía estar mejor armado: la llegada de la batería y las guitarras eléctricas a ‘Hablamos mañana’ es uno de los grandes momentos, después de que sus flautas nos hubieran embelesado. Huele a final de álbum, pero el tema va de hecho unido a la que será la última pista, una despedida en la que Benito aprovecha para agradecer a sus fans, para reafirmar que es el mejor y para asegurar que sus mejores canciones no han llegado: ¡era un «teaser» de sus últimos trabajos! ‘YHLQMDLG’ es el típico álbum de un artista pop en sus primeros años de vida, con toda la frescura y el estado de gracia que suele conllevar.
Todos los mensajes y sonidos de ‘A Hero’s Death’ confluyen en un álbum que busca, en definitiva, dar un poco de sentido a la vida. Gatten dice que su preocupación en los últimos años ha sido recordarse a sí mismo que está vivo a través de sus canciones, aferrarse a esa sensación de identidad que parece desvanecerse en cuanto el grupo sale de gira y solo escucha aplausos. En ‘A Hero’s Death’, el grupo ha evitado dejarse llevar por la admiración que suscita su trabajo y ha antepuesto sus deseos como banda. Así, la frase que mejor definiría el mensaje el disco aparece en la desamparada y fría balada ‘You Said’: «todo cobra sentido para las personas extrañas que se atreven a vivir la vida no como si fuera una escalera por la que trepar». Siguiendo el camino mostrado por su propia intuición y no el que los demás pueden haber querido, Fontaines D.C. han hecho uno de los discos esenciales, tanto de rock como de cualquier otro estilo, de 2020. A partir de aquí, las posibilidades son infinitas.
Si miramos el mundo para pensar qué ha cambiado en él durante los ocho años que han pasado desde que Fiona Apple sacó su último álbum, son muchas las cosas relacionadas con ella misma a las que ella llegó antes. Se habla más y con más naturalidad de problemas mentales, también de la manera en que afecta la depresión a las superestrellas de música pop. El surgimiento del movimiento #MeToo ha cambiado la manera en que vemos el mundo tras ser conscientes de hasta qué punto las mujeres han sufrido abusos en el mundo laboral y fuera de él. La sororidad ha pasado a un primer plano y ahora sabemos que no es justo enfrentar a unas mujeres con otras cuando rara vez hemos hecho lo mismo con los hombres. El bullying está en la mente de todos. Con unas letras directas y «crudas», lo fácil es entender ‘Fetch the Bolt Cutters’ como la visión de la nueva Fiona Apple sobre estos temas. Sin embargo, ella no caería en el cliché de hacer un disco sobre todo esto, ni aunque quisiera. Solo Fiona consigue que cada canción sea una jodida aventura en la que no sabes por dónde va a salir.
Perfume Genius llega a su quinto disco convertido en la voz de una generación que sigue luchando por derribar barreras sociales a la vez que conquistando nuevos logros, por ejemplo en cuanto a los discursos sobre identidad y/o expresión de género. En este sentido, los contrastes entre masculinidad y feminidad, agresividad y ternura o luz y oscuridad plagan su música desde hace rato, y ‘Set My Heart On Fire Immediately’ no solo no es una excepción, sino que es una nueva cumbre en su exploración de estos temas, a la vez que presenta suculentas novedades en su sonido. Como el gran ‘No Shape‘, ‘Set My Heart On Fire Immediately’ vuelve a ser un trabajo de extremos. Influido por su nueva afición a la danza interpretativa, derivada de su trabajo en la obra de teatro ‘The Sun Still Burns Here’, Mike Hadreas ha buscado hacer un disco corporal y presente que «derribara la separación entre su trabajo y el mundo» y contara experiencias reales en lugar de inventadas. Así, vuelve a mostrar a un compositor absolutamente necesario en nuestros tiempos, en su mezcla de fortaleza y vulnerabilidad, tan bien representada aquí en todos los sentidos.