El lanzamiento del tercer álbum de HAIM ha sido algo confuso, a qué negar. Y no solo porque su publicación se demorara por la pandemia varios meses, para luego volver a adelantarse otro par de ídems y salir publicado este pasado viernes. Si no, también, porque las canciones que parecían ser sus singles principales, adelantadas el año pasado, figuraban en el tracklist como bonus-tracks, alineados al final del álbum. «¿Significa eso que van tan sobradas de canciones?», nos preguntábamos. Pues lo cierto es que sí.
Es cierto que ‘Now I’m In It‘ podría funcionar mucho mejor más integrada en la secuencia, al igual que sucede con el cuasi-villancico ‘Hallelujah‘ y la loureedesca ‘Summer Girl‘, y quizá esa secuencia algo extraña sea de lo poco negativo que se puede achacar a ‘Women In Music Pt. III’. Pero también hay que observar que, aunque estén creadas por el mismo equipo que el resto del álbum y sintonicen perfectamente con su tono e influencias, parecen un poco al margen en cuanto a la producción que el tándem formado por la propia Danielle Haim, su pareja y afamado productor Ariel Rechtshaid y el viejo amigo común de ambos Rostam Batanglij (ex-Vampire Weekend, con los que todos colaboraron en el fabuloso ‘Father of the Bride’) han dado al resto del álbum, en una gozada de sorpresas, trucos y giros que hacen de cada escucha una fuente de nuevos descubrimientos.
Un sonido que enfoca su reconocible rock con tintes de funk, folk, hip hop y R&B a un plano más experimental y libre que nunca, que se deleita en una fascinante imperfección, en jugar con ecos y distorsiones, en crear espacios sonoros a través de capas de guitarras, bajos y baterías que fluyen en el estéreo, en dar con el tratamiento crudo de la voz una sensación de cercanía y, todo en conjunto, multiplicar la emotividad del disco más personal y oscuro de las hermanas Haim. Véase oscuro en el apartado lírico, puesto que este disco fue compuesto en un periodo de bajona generalizada en el trío, al volver a Los Ángeles tras un extenso y exitoso tour presentando su segundo disco ‘Something to Tell You‘: Este, lidiando con la diabetes crónica que padece, especialmente complicada de manejar en las giras; Alana, asumiendo la muerte de su mejor amiga en un accidente de tráfico apenas días antes de emprender esa gira; y Danielle, acompañando a Ariel en la lucha contra el cáncer que padeció. Todo eso sumado a la sensación de extravío en su propio hogar, razonable tras pasar meses fuera de sus casas, de ciudad en ciudad, acompañando y/o contagiándose la morriña unas a otras, como familia que son.
Todo esto, el amor-odio a su propia ciudad, una tristeza inasible e inconsolable, la sensación de extrañeza junto a tu persona amada… aderezado con reflexiones sobre el desprecio que padecen por ser mujeres en el mundo de la música (algo que tratan explícitamente en ‘Man of the Magazine’, y que tiene en su título toda una declaración) subyace en la mayor parte de las canciones. Y, a pesar de eso, estamos ante un álbum que suena fresco y divertido en su mayor parte, sin restarle un ápice de honestidad al aspecto lírico. Se nota que, como explica Danielle, es el disco con el que más han debido disfrutar en estudio, y ese disfrute nos hace cómplices a los oyentes, prácticamente de principio a fin. Lo hace cuando replican su sonido más característico, ese que te lleva a pensar en una Stevie Nicks y una Christine McVie adolescentes (aunque estas ya estén de lleno, salvo Alana, en la treintena) que hubieran tomado el hip hop y el R&B de los 00, en momentazos como ‘Don’t Wanna‘, ‘I Know Alone’ o ‘The Steps‘. Pero también, y paradójicamente, cuando se aproximan a la pureza folk rock de los propios Fleetwood Mac de los 70 o a Joni Mitchell (cuyo ‘Both Sides Now’ es mentado explícitamente en ‘I Know Alone’), como en la luminosa ‘I’ve Been Down’ –que vuelve a aludir un tanto al Lou Reed post-Velvet Underground– o en la exquisita y delicada ‘Leaning On You’.
Son solo algunas facetas de un disco hermanado en cuanto a sonido con el citado ‘Father of the Bride‘ –dado que ambos fueron grabados en casa de Danielle y Ariel, tampoco sorprende demasiado–, y casi tan rico en la variedad de palos musicales atacados como aquel. Los maravillosos e intensos ecos jamaicanos, manejados con audacia en ‘Los Angeles’ y ‘Another Try’, el arrojo psicodélico a lo Tame Impala mezclado con tintes de pop vocal a lo Beach Boys en ‘Up From A Dream’ o a lo Wilson Phillips en ‘Gasoline’, el sensual coqueteo de R&B noventero de la adictiva ‘3am’ o el perfil del Prince más crudo (que también emerge, con esos gritos y esas guitarras, en ‘All That Ever Mattered’) empleado en el cierre (en falso) de ‘FUTB’ (acrónimo de «Jodido, pero cierto», con un maravilloso solo de guitarra) son otras de las facetas que conviven en un ‘Women In Music Pt. III’ que eleva como creadoras y músicos a HAIM, otorgándoles la credibilidad que puede que aun no tuviera para muchos, habiendo sido miradas por encima del hombro mucho tiempo, a todas luces por ser chicas y jóvenes. Es, de largo, su mejor disco, pero sobre todo emociona por lo prometedor que se antoja su futuro.
Calificación: 8,5/10 Lo mejor: ‘The Steps’, ‘Don’t Wanna’, ‘3am’, ‘Up From a Dream’, ‘Another Try’, ‘I Know Alone’, ‘FUBT’… y los bonus-tracks. Te gustará si te gusta: los últimos Vampire Weekend, The 1975, Fleetwood Mac, Prince, el Lou Reed de ‘Transformer’. Youtube: vídeo de ‘I Know Alone‘
Continúan los rumores sobre el «featuring» para ‘Levitating’, el posible siguiente single de Dua Lipa, camino a la reedición de ‘Future Nostalgia‘ que con toda seguridad va a hacerse para potenciar su gira el año que viene. Entre los nombres iniciales estaban Nelly Furtado, Gwen Stefani o Kylie Minogue, pero coge fuerza el de Madonna, después de que el mánager de Dua Lipa haya reconocido en una entrevista con Music Week que querían a la cantante, específicamente. Sus palabras, hablando sobre la autora de ‘Madame X’, han sido: «De hecho, estamos intentando conseguir a Madonna para una grabación. Voy a a mandar el mail y ver si está de acuerdo». Suena mitad a broma improvisada, mitad a algo ya bien atado.
Los rumores tienen algo de fundamento, pues Madonna ha empezado a seguir a Dua Lipa en Instagram y suele ser señal de que hay una colaboración en ciernes -con alguna excepción tipo Halsey-, y lo que es más, la co-autora de ‘Levitating’ Sarah Hudson se está poniendo morada a postear instantáneas de Madonna en su Stories. Para más señas, Stuart Price es el co-productor de esta canción en un disco influido reconocidamente por ‘Confessions on a Dancefloor’. Dua Lipa también ha dicho que le gustaría llegar a la cima creativa de su carrera «a los cuarenta y algo, como Madonna».
Ben Mawson, representante de Dua, también ha dicho: «Dua me dijo que aspiraba a ser Madonna cuando la conocí. Tenía 17 años. Y había algo en el modo en que lo dijo que me hizo creerla. Fue su personalidad, su carisma, su competitividad y su impulso. Dua lo tiene todo, su potencial es ilimitado».
Madonna, muy poco dada a las colaboraciones fuera de sus discos, en los últimos 12 años apenas ha grabado un track para un disco con Migos que no fue single, otro track con Maluma que tampoco fue single, y una locución para el videoclip de ‘God Is a Woman’ de Ariana Grande. En el foro de Popjustice se rumorea que la colaboración saldría en agosto… en caso de existir, claro.
No es casualidad que el nuevo single de Javiera Mena llegue en plena conmemoración del Orgullo LGTB 2020. Si hace un año ya se la jugaba por una mayor visibilidad lésbica con su versión de ‘Mujer contra mujer’, ahora lanza una ‘Corazón astral’ que incide en la sexualidad femenina. Su misma nota de prensa señala cómo la canción se «sumerge en la exploración sexual lésbica» y «en los rincones del placer femenino», pero la propia letra de la canción es bastante clara cuando la chilena apela a una «mujer morena», a quitarle «las penas» y soltar sus cadenas, aludiendo a una posible contrición de su deseo. Y, a la vez, la conecta con concepciones de astrología y cosmogonía, “cómo dos Javieras se enfrentan en forma de avatar y representan la dualidad Géminis: el eros en el cosmos”, como ya evidencia el título de la canción.
Así se plasma en un vídeo de animación 3D lleno de simbología y que, efectivamente, muestra cómo dos Javieras virtuales –aunque sorprendentemente vívidas– se ponen a mil la una a la otra. Lo mejor, en todo caso, es cómo eso se entrelaza en un medio tiempo bailable enormemente sensual, que entronca con los ecos de Giorgio Moroder aderezados con ritmos latinos que ya protagonizaban ‘Otra era‘ (de hecho, el «Javiera, así» final parece un guiño a aquel disco de 2014). La mezcla de sonidos sintéticos, percusiones calientes y elegantes cuerdas disco resulta deslumbrante, especialmente cuando Mena escenifica ese encuentro sensual «en la playa, en el fin de la noche, cuando tú no te escondes».
Javi, que ahora reside en Madrid, adelanta que ‘Corazón astral’ forma parte junto a ‘Flashback‘ –single producido con la colaboración de Stefan de The Sound of Arrows presentado a finales de marzo– de su nuevo álbum, a editar a lo largo de este año (al parecer de manera independiente, tras su paso temporal por Sony Music con ‘Espejo‘) y del que da algunos detalles temáticos: será «un disco nocturno, con el deseo como hilo conductor, además de misterio, baile sensual y sobre todo, mucho fuego». No podría definirse mejor que así el sonido de nuestra Canción del Día.
No lo tenía muy difícil después del fiasco de especial que se emitió en lugar de una edición que nunca debió suspenderse, sino adaptarse aprovechando un presupuesto que tiene al alcance a los mayores talentos creativos del mundo; pero lo cierto es que la película de ‘Eurovisión’ que se ha estrenado en Netflix es lo mejor que verás sobre el festival este año. No es que tengamos mucha fe puesta en la edición Junior de este otoño.
Lo que me esperaba de ‘Eurovision Song Contest: The Story of Fire Saga’ era una comedia sin demasiada gracia de Will Ferrell, hecha desde el punto de vista norteamericano, el que ve Eurovisión como un artefacto kitsch totalmente incomprensible. Y puede haber algo de eso. Pero también un gran cariño por lo que significa el festival a varios niveles, manifestado en un protagonista que pone más empeño en participar en el certamen que Coral Segovia y Valentina Monetta juntas, hasta el punto de que es el centro de su vida por encima del amor. Está, por supuesto, caricaturizado, pero al mismo tiempo la inopia eurofán en la que se halla es muy tierna.
‘The Story of Fire Saga’ es una parodia de todo lo que supone la organización del festival, como los ensayos, las semifinales o el coste de su organización. Solo podemos sonreírnos cuando aparece el típico ejecutivo televisivo que bajo ningún concepto quiere una victoria. ¿A alguien le suena de algo? En ese sentido, habría estado bien que se hubieran cuidado un poco los detalles, pues lo de la votación de la semifinal entiendo que es una licencia para generar tensión, pero no costaba nada quitar a España de ese listado, porque como «big five» no concurrimos a ellas. La película cae en errores y arquetipos, aunque es la Islandia de donde se supone que proceden los protagonistas, la que se lleva la peor parte en ese sentido: vikingos, elfos y canciones de Sigur Rós son todas las cartas que los guionistas han querido jugar sobre tan desconocido país para casi todo el mundo.
También decepciona un final poco atrevido después de haber apostado por un humor bastante negro en algún punto: atención a la escena del barco y al cameo de Demi Lovato «Katiana». Sin embargo, la película puede viralizarse porque cuenta con suficientes elementos como para que sus 123 minutazos pasen en un suspiro: los momentos en que aboga por ese humor mordaz y valiente en la línea de ‘Zoolander’ (la referencia a «Semen & Garfunkel»), la buena selección musical (ABBA, Madonna, Cher), la pertinencia de los cameos (Kortajarena, Netta, larguísimo etcétera), y lo acertado que está el guión parodiando ciertas letras eurovisivas. Cuando el ruso, gay o no, canta que quiere ser el «león del amor», te das cuenta de que alguien ha hecho los deberes.
Al final, la película, subida a Netflix y por lo tanto accesible para el público generalista, es disfrutable tanto por eurofans como por «haters». Para aquellos que aún entendáis Eurovisión como el festival en el que la magia de una canción puede arrasar multitudes, hay un cameo y una actuación clave. Y aquellos que os tronchéis con los fuegos artificiales y toda la parafernalia, gozaréis bastante con ese ‘Double Trouble’ que saca más provecho de una rueda de hámster que Ucrania en 2014… lo cual es un guiño a los freaky fans, al mismo tiempo. Esperemos que la presentación acabe en Youtube, cuando ya todo el mundo haya disfrutado de la que puede ser la mejor/peor actuación imaginada al respecto. 7,5.
El sex shop gay más famoso de Los Angeles en los 80s estaba regentado por un convencional matrimonio hetero de firmes convicciones religiosas. Esta es la sorprendente paradoja que ha animado la realización de ‘Circus of Books’, un documental producido por Ryan Murphy y dirigido por Rachel Mason, una de las hijas de la pareja. El caso de Mason es un poco como el de Gustavo Salmerón y ‘Muchos hijos, un mono y un castillo’: si tienes unos padres así de peculiares, cómo no vas a rodar un documental sobre ellos. «Tenemos una librería», solía decir la pareja a su familia y amigos. Pero en los estantes de Circus of Books no solo había libros, también juguetes eróticos, productos sexuales y toda clase de porno gay. Incluso tenía zona de cruising. La película narra la historia de la librería: sus problemas legales, su importancia dentro de la comunidad gay, el impacto que tuvo en su clientela la aparición del sida… Y de paso documenta su decadencia, sus últimos días de existencia antes de echar el cierre. Por último, incluye otra sorpresa. Un guiño del destino que lleva la película hacia los terrenos del drama familiar y el activismo LGTB+. 7,5.
Crimen y desaparición en Atlanta (HBO)
El tema ha dado para mucho. Se ha hecho una miniserie, ‘Los niños de Atlanta’ (1985); un telefilme, ‘¿Quién mató a los niños de Atlanta?’ (2000); un documental, ‘The Atlanta Child Murders’ (2010); una serie, la extraordinaria segunda temporada de ‘Mindhunter’ (2019); y una miniserie documental, ‘The Atlanta Child Murders’ (2019). ¿Qué aporta ‘Crimen y desaparición en Atlanta’? Dos cosas principalmente: la calidad de su producción, algo habitual en los documentales de HBO, y la profundidad en su enfoque. Que nadie busque aquí un true crime tipo ‘Tiger King’. Esta miniserie de cinco capítulos es minuciosa como un informe forense. Firmada por cuatro directores (entre ellos Jeff Dupre, autor del premiado ‘Marina Abramovic: la artista está presente’), el documental nos muestra la historia de los asesinatos de Atlanta a la luz de las nuevas pruebas descubiertas que permitieron la reapertura del caso. No se ofrecen certezas, solo preguntas. ¿Fue Wayne Williams el autor de todos los crímenes? ¿Estuvo involucrado el Ku Klux Klan? ¿Hubo intereses políticos para dar carpetazo al caso? 8,5.
Campamento extraordinario (Netflix)
Tras la oscarizada ‘American Factory’ (2019), los Obama siguen demostrando su buen ojo para la producción de documentales. ‘Campamento extraordinario’, premiada en Sundance, narra el proceso de toma de conciencia de unos adolescentes con discapacidad que en 1971 asistieron a un campamento de verano de ambiente contracultural. Ese paraíso hippy, situado en las famosas montañas neoyorquinas de Catskills (donde está ambientada ‘Dirty Dancing’), fue el origen de un activismo por los derechos de las personas con discapacidad que en 1990 lograron que se aprobara una ley que les protegía contra la discriminación. La película mezcla las filmaciones rodadas en el campamento por el colectivo underground People’s Video Theater, con imágenes de sus acciones políticas posteriores y entrevistas con sus protagonistas. El resultado es un documental inspirador pero nada victimista, que pone de manifiesto el poder de la lucha colectiva en tiempos de crisis e individualismo extremo. 8.
Studio 54 (Filmin)
No duró ni tres años, pero su influencia en la cultura popular ha sido gigantesca. El director Matt Tyrnauer, autor de ‘Scotty y los secretos de Hollywood’ (fuente de inspiración para la serie ‘Hollywood’), hace un recorrido por la historia de la mítica discoteca neoyorquina: desde su fundación en 1977 por el desenfrenado empresario Steve Rubell y su discreto socio Ian Schrager, hasta su cierre en 1980 por fraude fiscal. Tres años de explosión dionisiaca y elitista (solo entrabas si eras famoso, guapo o cool), que se convirtió en un símbolo de la libertad sexual, la música disco y el famoseo farlopero. Aunque se echa de menos un mayor análisis de la importancia cultural y musical que tuvo el local, el documental funciona muy bien en dos aspectos: como escaparate de celebrities (salen clientes habituales como Bianca Jagger, Liza Minnelli, Capote, Warhol, los Stones y hasta un bisoño Michael Jackson), y como relato de ascenso y caída, de la construcción y destrucción de un paraíso hedonista y un sueño empresarial. 7,5.
Buen viaje: Aventuras psicodélicas (Netflix)
El LSD está de moda. ‘Buen viaje: Aventuras psicodélicas’ es el penúltimo eslabón de una corriente de pensamiento que defiende las propiedades terapéuticas del ácido lisérgico y aboga por la despenalización de su consumo. ‘Cómo cambiar tu mente’ (Michael Pollan) y ‘Qué día más bueno: Tomar LSD en microdosis me cambió la vida’ (Ayelet Waldman) son dos de los ensayos más relevantes sobre esta tendencia de los últimos años. Este documental, dirigido por Donick Cary (guionista de ‘Los Simpson’ y ‘Parks and Recreation’), no pretende convertirse en una referencia sobre el tema (ya existen estupendos documentales divulgativos como ‘The Substance: Albert Hofmann’s LSD’ o ‘The Sunshine Makers’), sino en un divertido viaje por el mundo de las drogas psicodélicas y su representación en el cine y la televisión. Presentada por Nick Offerman (‘Devs’, ‘Parks and Recreation’), la película está planteada como una relajada reunión de celebrities -Carrie Fisher, Sting, Ben Stiller, ASAP Rocky- en la que cada uno cuenta sus experiencias con los alucinógenos. La mayoría buenas, incluso catárticas. Y alguna mala. 7.
The Flaming Lips, autores de discos tan emblemáticos del siglo pasado y de este como ‘The Soft Bulletin’ y ‘Yoshimi Battles the Pink Robots’, anuncian nuevo largo. Se llama ‘American Head’ y sale a la venta el 11 de septiembre, mientras una edición en doble vinilo llegaría a las tiendas un poco más adelante, el 2 de octubre. Para ese entonces hará poco más de un año que el grupo de Wayne Coyne sacaba el disco anterior, ‘King’s Mouth‘.
Dave Fridmann vuelve a estar en una producción de la que hoy se da a conocer el nuevo single, la balada sui generis ‘My Religion Is You’. La sorpresa viene más bien al ver anunciada la voz invitada de Kacey Musgraves en una de las canciones finales de la secuencia. Atención al título: ‘God and the Policeman’. ¿Será un guiño neo-country o se la llevarán más a su terreno? El disco también incluye una composición que dieron a conocer el mes pasado y que recibe el nombre de ‘Flowers of Neptune 6′.
01 Will You Return / When You Come Down 02 Watching the Lightbugs Glow 03 Flowers Of Neptune 6 04 Dinosaurs On The Mountain 05 At The Movies On Quaaludes 06 Mother I’ve Taken LSD 07 Brother Eye 08 You n Me Sellin’ Weed 09 Mother Please Don’t Be Sad 10 When We Die When We’re High 11 Assassins of Youth 12 God and the Policeman (ft. Kacey Musgraves) 13 My Religion Is You
Rauw Alejandro es uno de los nombres más recurrentes en la listas de éxitos de nuestro país. El reggaetonero y trapero portorriqueño sale actualmente en hasta 8 canciones del top 100 de singles español, tanto en solitario (‘Tattoo’) como, sobre todo, acompañado de otros artistas (‘4 besos‘ con Lola Indigo y Lalo Ebratt, ‘Elegí’ con Dímelo Flow), después de haber arrasado en las plataformas de streaming con ‘Fantasías’ con Farruko y, en menor medida, ‘El efecto’ con Chancho Corleone.
El siguiente paso de Rauw Alejandro es sorprendente… más o menos. Porque ‘Algo mágico’ no sigue la fórmula de reggaetón o trap de sus singles recientes, sino que explora un sonido eminentemente synth-pop y ochentero que podemos asociar al último The Weeknd. A todas luces, el sonido de ‘Algo mágico’ parece una respuesta al éxito de ‘Starboy’ o ‘Blinding Lights’, pero se diferencia de estos gracias a su letra interpretada en español y a la voz pasada por autotune de Alejandro, que tanto nos recuerda de dónde viene.
Pese a las rimas «es algo mágico, todo comenzó con momentos eróticos, ahora el estado de mi corazón es crítico, ya no es tan solo su físico», que parecen firmadas por Laura Pausini, ‘Algo mágico’ supone una interesante reinvención para Rauw Alejandro, la cual llega con videoclip animado como obligan las circunstancias actuales. En este caso, escenarios inspirados en ‘Blade Runner’ o en el vaporwave se suceden con otros de inspiración china, en una aventura 3D no sin su dosis de surrealismo.
Apenas dos semanas después de que Lady Antebellum, una de las bandas de country más populares de Estados Unidos, anunciase cambio de nombre por las connotaciones racistas del término «Antebellum», pasándose a llamar Lady A… y de paso enfadando a una Lady A que llegó antes, otra importantísima banda estadounidense también de música country anuncia igual decisión. Dixie Chicks, una de las bandas que más vendió de todos los tiempos, pasa a llamarse The Chicks, pues el término «dixie», inspirado en el título de ‘Dixie Chicken’ de Little Feat, también acusa orígenes cuestionables.
El trío formado por Natalie Maines, Emily Strayer y Martie Maguire ya había anunciado, como Dixie Chicks, la llegada de su primer álbum en 14 años, un ‘Gaslighter’ producido por Jack Antonoff que sale el 17 de julio. ‘Gaslighter’ será su primer trabajo como The Chicks, y el nuevo sencillo, ‘March March’, cuyo videoclip presenta imágenes de varias protestas, como las del movimiento Black Lives Matter, puede escucharse desde hoy.
Como se esperaba, pues el nombre «The Chicks» tampoco es el culmen de la creatividad, dicho nombre ya estaba cogido: una banda de Nueva Zelanda que fue popular en los años 60, formada por las hermanas Judy y Sue Donaldson (posteriormente conocida en solitario como Suzanne), ya se llamaba así. Os dejamos con uno de sus discos, todos disponibles en Spotify.
Low Festival volverá a Benidorm el verano que viene, celebrándose durante los días 30, 31 de julio y el 1 de agosto del próximo año. Hoy se dan a conocer grandes nombres, entre los que hay que destacar Primal Scream, Metronomy, !!! y Amaia.
También se confirma que gente como Sidonie, Novedades Carminha, El Columpio Asesino, Belako, ELYELLA, Rufus T. Firefly, Toundra, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba y Ginebras. La nota de prensa no especifica en este caso quiénes nos estarán presentando álbum nuevo el año que viene, aunque sabemos por ejemplo que será el caso de Sidonie y Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, estos últimos tras hacerse con el Premio Ruido a Mejor Disco del Año para la crítica española.
El festival habla de las condiciones de la devolución de los abonos de 2020 para aquel que lo desee: «Si eras poseedor de un abono para la edición de 2020, tu abono servirá para el próximo año sin necesidad de realizar ninguna gestión. Además, disfrutarás de la primera cerveza en el recinto de manera gratuita y un euro de cada entrada que guardes irá destinado a asociaciones de banco de alimentos». Continúan: «Si por el contrario, necesitas recibir el importe de tus abonos, hoy abrimos el plazo de devoluciones que se ampliará hasta el día 10 de julio. Para llevar a cabo el proceso, solo tendréis que rellenar el formulario que aparece en las redes sociales y web del festival.
Kelly Lee Owens, autora de un discazo homónimo hace unos años, sacará su nuevo disco ‘Inner Song’ el próximo 28 de agosto. De él ya hemos conocido un par de singles como ‘Melt!’ y ‘Night’. El tercero ‘On’ es otro acierto en lo que ella misma ha definido como su “canción más personal”. “Las dos partes de la pista reflejan la triste aceptación de la verdad y después la feliz liberación de las secuelas que quedan de eso. Esto puede percibirse en la producción y los arreglos del tema, la primera mitad sónicamente conecta con las revelaciones interiores y la segunda mitad con la liberación en acción”.
Entenderéis perfectamente lo que Kelly Lee Owens quiere decir cuando escuchéis esta producción en su mitad inicial entregada a un onírico dream pop, conectado también con el pop sintético de Labrador Records, en el que la escuchamos decir: “esto tiene que seguir adelante / a mi manera, estoy pasando página”. Y después, el pasaje instrumental está a medio camino entre el techno más melódico (el que hemos visto en el single ‘Melt!’), y la indietrónica de gente como Postal Service.
La artista ya condedió una entrevista a Loud and Quiet en la que habla sobre este tema. Cuando le preguntan si estamos ante un disco de ruptura, responde: “lo que he decidido es no divulgar demasiados detalles, sobre todo cuando involucran a otra persona. Pero el disco se centra mucho en la pérdida. Lo que he descubierto es que incluso en el más oscuro y profundo de los momentos, aunque sea un poco “cheesy”, hay esperanza. Y siempre hay algo de esperanza en mi música. Es la melancolía de una chica de Gales. No puedo evitarlo. He intentado escribir algo en acordes mayores y simplemente no puedo hacerlo”.
El vídeo ya estrenado relata el viaje de un hombre con su perro, en el que él, de repente, sangra.
‘Corazón roto y brillante‘ de Chucho es, con todo mérito, Disco de la Semana en nuestro fb. En él, Fernando Alfaro (alma mater de Surfin’ Bichos, con más de 40 años de carrera musical a su espalda) trata de expiar el dolor de una ruptura sentimental a través de lo que mejor sabe hacer: escribir y cantar canciones. En este caso, con la ayuda de dos de sus más veteranos colegas, Juan Carlos Rodríguez y Javier Fernández. Y, además en esta ocasión, un libro: ‘Pere y María‘ es un relato complementario que ha editado la web musical Muzikalia, que se ha lanzado a esa aventura en su 20º aniversario. Ambos funcionan por separado, y de hecho, el enfoque de ambos es diferente. El disco es más vital y enérgico; el libro, más oscuro y hasta fantasmagórico. Aunque ambos cuentan con un hálito de esperanza que, dice él, le representa mucho en lo personal. Sobre esto hablábamos días atrás con Alfaro, aún retirado en una casa de campo que tiene su familia en un pueblo de la provincia de Albacete, donde ha pasado los últimos cinco meses solo. Quizá por eso –y porque le apasiona lo que hace, claro– no escatimó en detalles y reflexiones durante nuestra larga charla. Tanto que hemos creído oportuno dividirla en dos partes: una primera, esta, centrada sobre todo en el aspecto narrativo. Y otra, a publicar en las próximos días, que se centra más en el aspecto musical.
Lo primero, ¿qué tal estás? Aquí, en mi exilio en… el campo, como decían antes los señoritos. Esa especie de eufemismo que usaban para decir que se iban a sus propiedades, a sus casoplones. Esto es un casoplón, pero porque somos mogollón de hermanos. Era de un tamaño mediano, pero fue creciendo a medida que iba creciendo la familia. Es flipante porque tiene como excrecencias. (Risas) Es totalmente irregular, es como un laberinto, con huecos para que haya fantasmas. Está guay.
¿Estás en Albacete? Sí, es que me fui de Barcelona. Rompí con mi pareja en diciembre y necesitaba soledad. También porque tenía un par de libros encargados. Uno porque me habían pagado la mitad y tenía una obligación total, y el otro es un libro muy corto. Tirando a largo para ser relato, pero no llega ni a nouvelle. Nivola, creo que le decía Unamuno. Y si quieres hablamos de él, porque tiene mucho, bueno, todo, que ver con el disco.
¿Te refieres a ‘Pere y María’, que lo ha ido publicando por partes Muzikalia? Exacto. Lo hicimos por entregas, que tenía su punto, pero queda mejor de corrido. Son capítulos, cada uno relacionado con una de las canciones. De hecho, salen de las canciones. Bueno, fue un poco a la vez. Tenía la idea del relato previamente, la historia de Pere y María, que son los que generan todo el cataclismo. Pero a medida que iba componiendo las canciones iba componiendo mentalmente lo que sería el relato. Y yo las canciones las iba componiendo como lo hago siempre, a salto de mata, elucubrando. Yo siempre empleo una imagen (para hablar de mi método de composición) que es «dar palos de ciego». Encontrar una sensación y empezar a tirar del hilico, sin saber qué te vas a encontrar. No planifico mucho ni musicalmente ni a nivel letras. Por eso hago canciones, me parece más interesante porque descubro cosas. Así que el relato lo terminé fijando en papel una vez hecho el disco, y una vez estaba la secuencia importante. Ese orden determinó la estructura y el orden del relato, cosa que fue bastante reto porque me tenía que ceñir a esa sucesión de acontecimientos dictada por las canciones. Tuvimos en cuenta el aspecto textual y argumental de la letra, pero sobre todo el aspecto musical, como suele hacerse al hacer un disco.
«Las canciones no hablan de mi vida. Es más bien una aproximación no racional»
Desde luego, es toda una curiosidad en tu carrera. Y mira que hay curiosidades, como ‘Los diarios del petróleo’. ¿En qué momento se te ocurre enlazar disco y libro? ‘Los diarios del petróleo’, es cierto, se puede decir que es el otro disco conceptual que hay en mi carrera, motivado también por las circunstancias vitales. Por las razones que fueran, tenía la necesidad de recapitular vitalmente, de echar la vista atrás. Yo creo que te pasa a los treinta y tantos o cuarenta años. (Risas) Empecé a recordar muchas cosas de mi vida, aunque las canciones no hablan de mi vida. Es más bien una aproximación no racional. Y en el caso de ‘Corazón roto y brillante’ es parecido, porque tampoco se cuenta una historia, real o no, de manera preconcebida. Hay alguna canción más narrativa, como ‘Hoammm’, que habla de Pere y María aunque es también una puta locura. Obviamente, está basado en la vida real de una forma u otra, como todo lo que se hace, creo yo. Está emparentado con vivencias reales que te han pasado, pero el porcentaje de ficción o realidad en cada canción es totalmente variable y depende de muchas cosas.
En el caso de este disco como concepto, hay un elemento inicial de realidad evidente (se refiere a la canción titular, que abre el disco) y de ahí surge la idea del relato y sus personajes: esa especie de pugna entre el resentimiento por la ruptura, y la sublimación del recuerdo de un amor… turbio, por supuesto, como todos. Y luego la sensación que quería trasladar, y que era la que tenía yo también, era que, a pesar de ese dolor que Pere tiene por la ruptura, hay una especie de elemento involuntario de esperanza, casi luminoso. Uno tiende a pensar que un disco de ruptura es de canciones amargas, tristes. Y el tono del disco es totalmente distinto a eso. Yo a veces digo de mí mismo que sufro, o disfruto, de una especie de optimismo antropológico, como un instinto de supervivencia, un optimismo racional, valga el oxímoron. (Ríe) Sé que me estoy enrollando mucho, pero estoy un poco pensando en voz alta.
No, no, tú dale… (Risas) Tenía un poco la imagen, muy difusa, de un accidente. Cuando tienes una ruptura de una relación muy consolidada o que la llevas muy dentro, es como si te ocurriera un accidente repentino. Sobre todo si esa ruptura es más o menos sorpresiva. Entonces yo pensaba en un accidente en el que el sol está brillando e incide en la escena, y crea una imagen que, en cierto modo, es bonita. De hecho, esa misma imagen ya la tenía yo en ‘La luz en tus entrañas’, por eso ese título. De hecho mi primera idea para la portada de aquel primer disco con Surfin’ Bichos era justo esa, el sol luciendo sobre los restos de un accidente. Bastante gore, la verdad. (Ríe) Y es un poco la idea de la portada de este disco, aunque con una perspectiva más fina. Porque los años te van afinando a base de hostias. (Ríe) No sé si la has visto.
Es literal, ¿no? Como un corazón quebrado con el sol detrás. En realidad es el icono internacional de los desfibriladores, un corazón con un rayo dentro. En este caso, le mandé yo la foto a la diseñadora de uno que encontré en una estación de metro de Madrid, que tenía la parte superior del rayo rota, el corazón no se cerraba por arriba. De modo que era un híbrido entre ese rayo y el corazón partido de los emojis, y quedaba guay. (Risas) Lo bueno de esta imagen, como la de la portada de ‘Una semana en el motor de un autobús’ de Los Planetas o el nombre del grupo Meteosat, es que tienes publicidad gratis por doquier. (Risas) En nuestro caso, tenemos publicidad en muchas estaciones de metro y aeropuertos.
«Uno tiende a pensar que un disco de ruptura es de canciones amargas, tristes. Y el tono del disco es totalmente distinto a eso»
Siempre has sido muy amigo de incluir referencias a canciones tuyas de otras épocas, generalmente en tus canciones, pero en este caso también en el relato. Disfrutas mucho de este juego, ¿verdad? Hay también referencias a obras ajenas, pero sí, sí, me gusta el rollo autorreferencial. Es como abrir puertas o pasadizos entre canciones, que lo que hace es expandir, darles más aire. Incluso a mí mismo me ayuda a expandir el sentido de una letra o un relato. Puede sugerir que vives en tu propio mundo o algo así, pero en el fondo es lo contrario, abres las posibilidades semánticas, aunque suene muy pedante. Lo abres todavía más a que cada uno lo interprete como quiera, porque es así como funciona la música: una vez grabas una canción, deja de ser tuya. Y los sentidos que otros les encuentran son tan válidos como los que uno le ha querido dar o ha creído dar. Es muy curioso, porque muchas veces hasta tú mismo no sabías que querías decir algo que no pretendías expresar conscientemente. Y con el tiempo lo ves, o a veces alguien te lo dice. Es muy especial, y tiene que ver con lo que decía antes: hacer canciones no es un proceso racional. Es elucubrar, y ahí juegan muchos fantasmas.
Antes hablabas de que mandaron las canciones sobre el relato, pero mi primera impresión escuchando el disco cambió algo después de leer ‘Pere y María’. ¿Temes que se pierda esto al ser dos piezas independientes, sobre todo con el nuevo hábito de escuchar música en streaming? No, me parece bien. Y me voy a explicar, no estoy vacilando. Mi adolescencia fue en la época del punk, y en aquella época se odiaba a muerte todo lo progresivo, hippies y tal, incluyendo los discos conceptuales. Con lo cual, siempre les he tenido cierta aversión, por decirlo claro. (Ríe) Pero con el tiempo eso lo pierdes, te das cuenta que en realidad son prejuicios. Aun así, tanto en ‘Los diarios del petróleo’, que antes mencionábamos, como en este disco, he intentado por todos los medios (que tengan) un rollo mucho más pop. Que funcionen de forma independiente unas de otras, sin perder sentido. Que se puedan extraer del disco, escucharlas separadamente y que tengan sentido en sí mismas. Y creo que se ha demostrado con las canciones que hemos ido adelantando, obligados por las circunstancias sanitarias. Bueno, cinco, contando lo que llaman ahora key-track, que es el single que acompaña la salida del álbum y que es ‘Sombra lunar’. Y que tendrá un lyric-video (otra palabreja). El hecho de que hayan funcionado tan bien de forma autónoma es porque es música pop.
«Si las canciones tienen verdad, me da igual que se comprenda toda la historia o no»
Es algo que no pasaba en los discos conceptuales, que eran capítulos de una movida. En el libro son capítulos de un relato correlativo, pero en el disco prefiero que sea así. En realidad, lo que la historia subyacente está dando al disco y las canciones es verdad. Y si las canciones tienen verdad, me da igual que se comprenda toda la historia o no. A mí me pasaba de siempre con la música anglosajona: mi nivel de inglés no me daba para entender todo solo escuchándolas, y eso no hacía que me llegara menos. Hay niveles de comprensión y, aplicándolo a ‘Corazón roto y brillante’, no creo necesario que se comprenda de dónde viene todo ni cuál es toda la historia. Enlazando con lo que decía antes, a cada uno le puede decir algo diferente cada canción. Y además se trata de eso. Dado que aquí hay una historia subyacente, el que quiera ir más allá lo puede averiguar, puede leer el libro si quiere.
Sobre lo que decías del streaming: antes la gente se compraba el disco, o nos comprábamos el disco, y venían las letras normalmente, una estética particular… Y hay una cosa importante que no se comenta y no puedo entender: por qué en las plataformas digitales no se incluyen los créditos de las canciones. Si no se quieren incluir las letras, lo puedo entender, pero que no estén los créditos, me parece de mal estilo. Apareces tú, el grupo, el productor… Pero toda la gente que ha currado ahí, ¡desaparece! Me parece una injusticia brutal, creo que debería ser obligatorio.
Me suena que en Tidal sí aparecen los créditos detallados. ¿Sí? Pues me voy a hacer de Tidal… (Ríe) Pero no debería ser prerrogativa de las plataformas, debería ser obligatorio. Tenemos mil obligaciones en la puta vida, mil normas… Pues una que diga eso. ¡Si no ocupa nada! Y luego que mire el que quiera. Que cada uno llegue a la comprensión del disco que quiera llegar.
«La propia estructura de una obra artística está condicionada por las circunstancias económicas»
Entiendo entonces que se publican por separado disco y libro. ¿Nunca fue una opción hacer un disco-libro, que a veces se hace? Particularmente me daba un poco de pereza hacer eso, pero estaba abierto a opciones. Y de hecho, siéndote sincero, una de las razones por las que retrasé la escritura del relato fue esta, que según el formato que fuera a tener la extensión o la propia estructura sería diferente. Una de las opciones era hacer un relato con doce capítulos relacionados, de manera más o menos clara, con cada canción del disco. Y el hecho de decidir hacerlo por entregas, al estilo de las novelas del siglo XIX, de forma más modesta, hizo que me decantara del todo por esa estructura. Que, por cierto, fue una idea de Ernesto González, que nos dejó hace unas semanas y al que yo echo muchísimo de menos. A donde quería llegar es que muchas veces la propia estructura de una obra artística está condicionada porque formamos parte de… ¡del capitalismo! (Ríe) Siempre ha sido así, desde Cervantes: ‘El Quijote’ tiene la forma que tiene por las circunstancias económicas. Y esto, en el caso de la música pop, es muy evidente la influencia del mercado. Y muchas veces no para mal.
¿Y quién publica el libro? Lo edita Muzikalia, que ahora ha comenzado a publicar libros. Las expectativas de editarlo con Intromúsica eran diferentes, porque no editan libros. Y cuando nos hicieron la propuesta nos pareció guay, porque tiene entidad propia. El relato lo puede leer alguien que no me conozca a mí de nada, ni mi trayectoria musical, ni conozca a Chucho, ni escuche este disco ni lo vaya a escuchar. Que sin necesidad de contexto, fuera disfrutable, del mismo modo que te decía antes de cada canción. En este caso, además, las letras irán recopiladas al final, al revés que en las entregas que ha publicado Muzikalia, que estaban justo al final de cada capítulo junto con cada ilustración que ha hecho Erika Seven, que es de su equipo.
«Tendemos a amplificar las posibilidades de que lo que se cuente en la ficción tenga una base real»
En cada una de esas entregas se aclara que es una ficción. Entiendo que porque, aunque puede que, como dices, lo lea alguien que no te conozca de nada, también es muy probable que lo lea gente que sí, y que puede hacer conexiones con la realidad, tu realidad. Sí. Es una cuestión de pudor, y sobre esto habría mucho que hablar: la cantidad de tímidos que nos dedicamos a subirnos a un escenario, en plan catarsis extraña. Pero dejando aparte esto… (Hace una pausa larga) En el caso del libro hay un epílogo, que va entre el bloque del relato y las letras de las canciones, donde explico todo lo que hemos estado hablando sobre las canciones y vuelvo a incidir en esto, que suena muy de película: «Los personajes y hechos retratados en este relato son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia». Es una precisión que quise hacer porque mucha gente tiende, o tendemos, a dotar de realidad cuestiones que se plantean en la ficción. Esto viene determinado por lo que comentábamos al principio: que hay muchas veces que la realidad, que no la verdad (aunque a veces también), alimenta la ficción. Pero como hay un gran porcentaje de cosas que no son verdad, que no ocurrieron así, me pareció importante hacer la precisión. No todo lo que cuento es verdad, ni muchísimo menos. Y hay cosas que no cuento, también. Pero tendemos a pensar que hay demasiada realidad en la ficción, a amplificar las posibilidades de que lo que se cuente en la ficción tenga una base real. De ahí el triunfo de las historias verídicas, el «basado en hechos reales»… ¡o los reality shows!